África – Un futuro sombrío para el Sahel

Frente a la política criminal de los yihadistas, la política totalmente militar de las juntas de Malí y Burkina Faso sigue siendo un fracaso y está cobrando un alto precio a la población, agravado por el deterioro de la situación alimentaria.

Los combatientes yihadistas en el Sahel avanzan inexorablemente, hasta el punto de que los países de la costa oeste de África, antes salvados, están bajo ataque. Es el caso de Ghana, Benín y Togo, que acaba de renovar el toque de queda en el norte del país. Las juntas que tomaron el poder en Malí y luego en Burkina Faso con el pretexto de mejorar la situación de seguridad difícilmente lo están haciendo mejor que sus predecesoras.

Diferentes tácticas

Los golpistas de Malí decidieron intensificar las operaciones militares contra los grupos yihadistas con la ayuda de mercenarios de la empresa rusa Wagner. Como resultado, el número de muertes de civiles en 2022 se duplicó. Un tercio de las víctimas fueron asesinados por el ejército maliense y sus auxiliares rusos.

Burkina Faso ha tomado un camino diferente. Allí, la junta organizó el alistamiento de civiles en los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP). El resultado no es muy convincente, ya que estos VDP tienden a centrarse en la comunidad peuhl, acusándola de terrorismo. En el pueblo de Ouahigouya, por ejemplo, los militares y el VDP han masacrado a adolescentes y niños en condiciones atroces simplemente porque eran peul.

En Mali como en Burkina Faso, la estrategia sigue siendo la misma. Usar la fuerza militar para resolver la crisis. Es la misma estrategia que ha empleado el ejército francés, con Serval y Barkhane… con el éxito que sabemos.

De los tres países, Níger es quizás el que mejor lo está haciendo. El hecho de que lograra zanjar las rebeliones tuareg en la década de 1990 ha creado una situación de paz. Otro elemento es la voluntad declarada de las autoridades de entablar un diálogo con todos los grupos armados, incluidos los del Estado Islámico. El objetivo es intentar una resolución política del conflicto.

Represión idéntica

La situación de guerra en los tres países es la coartada para restringir las libertades democráticas. En Malí, criticar a la junta se considera un delito. Por ejemplo, el Partido Socialdemócrata Africano está amenazado de disolución porque su presidente, Ismaël Sacko, hizo “observaciones insultantes sobre las autoridades de transición” durante una entrevista con RFI. Omar Mariko, uno de los líderes de la izquierda radical, sigue viviendo en la clandestinidad. La prensa está obligada a apoyar el esfuerzo patriótico y la menor crítica es vista como traición. El gobierno de Burkina Faso también actúa de la misma manera. Recientemente expulsó a dos periodistas tras el informe sobre la masacre de civiles en Ouahigouya. Activistas de derechos humanos son incorporados por la fuerza al VDP.

Níger tampoco se queda fuera de este ciclo represivo. Abdoulaye Seydou, coordinador de M62, una plataforma de organizaciones de la sociedad civil, fue arrestado.

Detrás de la represión está la supervivencia de estos regímenes que, incapaces de cumplir su promesa de mayor seguridad, mantienen la presión sobre la población.

Sufrimiento de las poblaciones

El Sahel está experimentando un aumento de la población de refugiados. Están atrapados entre las fuerzas regulares y los diversos grupos armados yihadistas o comunitarios. Cada grupo lleva a cabo políticas de represalia atacando a civiles que, según su etnia, se supone que pertenecen a un campamento en particular.

Algunas localidades, como Sebba, Dori y Djibo, están bloqueadas por los yihadistas. Las crisis alimentarias se avecinan en toda la región. Las estimaciones del número de personas que padecen hambre ascienden a más de 40 millones. La situación educativa no es buena. Los yihadistas han forzado el cierre de más de 11.000 escuelas en los territorios que controlan. Cientos de miles de niños quedan así sin escolarizar, poniendo en peligro su futuro. La convivencia en el Sahel es cada vez más difícil. Pero a pesar de las dificultades, todavía es posible encontrar la armonía entre las comunidades.

Traducido por International Viewpoint de l’Anticapitaliste .

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