Nicaragua – Mónica Baltodano* (Entrevista) “La población vive aterrorizada: Nicaragua es una enorme prisión”

 

Entrevista a Mónica Baltodano

La ex comandante guerrillera, visita Brasil y denuncia la dictadura del matrimonio Ortega-Murillo.

João Vitor Santos

Revista IHU, 13 de abril de 2023

Traducción y edición de Correspondencia de Prensa, 14-4-2023

Militante desde los 15 años, Mónica Baltodano* ha participado en luchas estudiantiles y sociales desde finales de los años 60 y fue miembro Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Actualmente vive exiliada en Costa Rica, tras haber sido no sólo expulsada de su país, sino también desnacionalizada y confiscados todos sus bienes.

Es historiadora. Fue prisionera de la dictadura somocista y torturada en 1977 y 1978. Al año siguiente fue comandante de la guerrilla sandinista y en el gobierno revolucionario ocupó los cargos de Viceministra de la Presidencia y Ministra de Asuntos Regionales en los años ochenta. Ha publicado cuatro volúmenes titulados “Memorias de la lucha sandinista” y otros textos, disponibles en www.memoriasdelaluchasandinista.org.

Esta semana, Mónica Baltodano se encuentra en Brasil, denunciando la violación de los derechos humanos en Nicaragua, informando a parlamentarios y líderes sociales y políticos sobre la situación en su país natal, como la suspensión de todas las garantías democráticas, libertad de información, pensamiento, organización, religión, reunión, expresión y movilización, que culminó con el destierro de 317 nicaragüenses.

Baltodano se encuentra en Brasil por iniciativa del Comité de Solidaridad con Nicaragua y del Movimento Esquerda Socialista (MES), corriente del PSOL.

-Antes de comenzar la entrevista propiamente dicha, me gustaría que explicara qué es Nicaragua para aquellos que no conocen el país. ¿De qué vive la gente en este lugar? ¿Cómo está el país en términos de desarrollo económico y social?

Nicaragua es el segundo país más pobre de toda América Latina, después de Haití. Entró en la producción capitalista como exportador de café a finales del siglo XIX. A partir de entonces, como gran parte de la región, pasó de una economía agroexportadora – extensiva y depredadora del medio ambiente – a un modelo de sustitución de importaciones, aplicando las recetas de la ola neoliberal y del Consenso de Washington, tras la derrota electoral que cerró en 1990 la fase abierta con la Revolución Sandinista.

Los principales productos de exportación siguen siendo primarios: café, carne, azúcar, camarón y langosta, y ahora oro. Actualmente, las remesas familiares (envíos de dinero de la población emigrante) igualan a todas las exportaciones. Otra parte casi igual de la producción la realiza la actividad de las maquiladoras (fábricas encargadas del proceso de transformación inicial de un producto, que sólo se terminará en otro país; se benefician de costos laborales más bajos y de exenciones fiscales, lo que les permite ser competitivas en el mercado internacional).

La mayor parte de la población de Nicaragua sigue estando por debajo del umbral de la pobreza. Tenemos una población de sólo seis millones de habitantes, la mayoría menores de 30 años.

– ¿Cómo describiría la forma en que Daniel Ortega ha dirigido el gobierno de Nicaragua?

Desde que regresó al gobierno en 2007, Ortega ha construido una dictadura con control total de todos los demás poderes del Estado y de las Fuerzas Armadas. El grado de control autocrático es sultánico, porque controla todos los poderes con puño de hierro, sin ningún tipo de democracia. En particular, tiene a la policía como responsable directa de la represión y la complicidad del Ejército. Para ello, recurre a métodos mafiosos: reelección indefinida de los mandos que le están subordinados; ventajas y privilegios, amenazas, chantajes. El miedo.

– ¿Cómo entender la transformación desde que Daniel Ortega asumió la presidencia en 1979, todavía en la Junta de Reconstrucción Nacional, al Ortega de 2023?

En 1979 formaba parte de una junta directiva de cinco miembros. En 1985, como resultado de las primeras elecciones de la Revolución, se convirtió en Presidente. Las principales decisiones las tomaba entonces la dirección política de la Revolución, bajo formas colegiadas. Esto limitaba su mando. Además, intentábamos construir una democracia popular en la revolución. Es cierto que se tomaron decisiones cuestionables, por ejemplo contra la libertad de prensa, pero nos enfrentábamos a una guerra contrarrevolucionaria financiada por Estados Unidos.

Ahora, Ortega fue reelegido inconstitucionalmente (2011) y luego por fraude claramente demostrado en 2016 y 2021. Desde 1979, el único candidato del FSLN es Ortega: 1984, 1990, 1996, 2001 y 2006, 2011, 2016, 2021.

Desde 1990, la mutación de Ortega comenzó centrando todos sus esfuerzos en el poder que entonces ostentaba, controlando a los dirigentes de las organizaciones populares, negociando con el gobierno, a su favor, y no a favor de las demandas que el pueblo planteaba. Más tarde, pasó a controlar totalmente al FSLN, del que era el único secretario general, y luego a controlar el poder del Estado. Esta mutación se explica por su obsesión por el poder, por el mesianismo. Cuando él y su familia se convirtieron en capitalistas, dueños de grandes recursos, empezaron a utilizar el Estado para defender sus intereses materiales. Ahora el FSLN se ha convertido en un mero aparato al servicio del caudillo.

-También me gustaría que analizara la situación de Nicaragua que llevó a Daniel Ortega al poder en 1979.

Desde la independencia en 1821, el proceso de construcción del Estado Nacional ha sido difícil, dominado por élites muy atrasadas que siempre han hecho guerras sangrientas. Sufrimos con caudillos aferrados al poder. La dictadura de la familia Somoza, apoyada por Estados Unidos, gobernó Nicaragua durante 40 años. Para acabar con ella fue necesaria la lucha armada. El pueblo apoyó esa lucha en los últimos años hasta producir una insurrección victoriosa, la de 1979, que fue la última revolución armada del continente. Ortega no fue entonces el líder de esa revolución. El líder principal era Carlos Fonseca, que cayó a finales de 1976.

Otros mandos tuvieron una participación más relevante, pero Ortega construye ahora el mito de que él fue el artífice de esta hazaña. Una gran mentira. Ortega ni siquiera estuvo en Nicaragua después de salir de la cárcel en 1974. Regresó al país cuando ya habíamos triunfado.

– ¿Cómo se produjo la formación del FSLN y quiénes son sus principales líderes históricos? ¿Cómo se ha posicionado el FSLN en la actualidad?

El FSLN fue fundado en 1961 por Carlos Fonseca (1936-1976). Al principio tuvo muchos tropiezos. La mística y el coraje fueron esenciales para sostener al FSLN, y en los años 70 logró dar saltos de calidad al centrarse en el trabajo en barrios y comunidades, con el apoyo de las comunidades cristianas. Entonces llevó a cabo acciones espectaculares (como el secuestro de somocistas [partidarios de la dictadura nicaragüense] para liberar a todos los presos sandinistas). Se inició un debate sobre el escenario. Al final se demostró que había que apostar por el trabajo urbano y la insurrección en las ciudades, cosas que nos llevaron a la victoria.

El FSLN propuso un programa de cambios profundos. El movimiento portaba valores y principios humanistas que buscaban la democracia y tenían un profundo compromiso con la libertad.

Ese FSLN ya no existe. Ortega lo ha vaciado de su programa de transformaciones. Los ideales han sido pisoteados. Y en nombre de muchas mentiras, el FSLN se ha convertido en parte de una maquinaria represiva que espía a los vecinos, denuncia a quienes piensan diferente, ha alimentado a grupos de fanáticos y paramilitares que han invadido manifestaciones, agredido a manifestantes y han sido capaces de disparar contra jóvenes y niños en las protestas.

– La Iglesia jugó un papel importante en la caída de Anastasio Somoza. ¿Cómo participó en este proceso? En el contexto actual, ¿cree que la Iglesia tardó en posicionarse frente a Daniel Ortega? ¿Por qué lo cree?

Durante mucho tiempo la jerarquía católica apoyó a Somoza. Pero ya a finales de los 60 empezó a tomar una posición crítica. Es cierto que siempre hubo sacerdotes e incluso obispos que apoyaron a Somoza, pero también surgió una Iglesia popular, inspirada en la teología de la liberación, que acompañó las luchas populares, y sacerdotes que incluso se convirtieron en guerrilleros, como Gaspar García Laviana, que cayó en la lucha, o Ernesto y Fernando Cardenal, y tantos otros.

El jefe de la jerarquía católica, Obando y Bravo, aunque jugó un papel mediador en muchos momentos, en los años de la revolución se volvió contra ella. Apoyó a la contrarrevolución. Pero tras las mutaciones de Ortega, se alió con el caudillo ya en los años 2000… El nuevo jerarca, el cardenal monseñor Leopoldo José Brenes Solórzano, ha tenido una posición de complicidad. Durante la crisis de derechos humanos que comenzó en 2018 (en la que el gobierno asesinó a más de 300 personas), la jerarquía jugó un papel facilitador, pero ahora está muy dividida. Monseñor Leopoldo Brenes y otros obispos guardan silencio, silencio cómplice. El obispo Rolando Álvarez está preso en una celda de máxima seguridad, condenado a 26 años de cárcel, mientras más de diez sacerdotes han sido exiliados, otros veinte han tenido que huir al exilio, otros no pueden entrar. Al menos treinta sacerdotes son perseguidos.

– ¿Cómo entender la relación de Ortega y su familia con la Iglesia, desde los años 70 hasta hoy?

Debido a sus ansias de poder, Ortega decidió pactar con Obando y Bravo (líder de la Iglesia en aquel momento). Luego pidió perdón y se casó con Rosario (esto fue después de la acusación de violación hecha por la hijastra de Ortega, después de que Rosario le apoyara contra esta acusación). A continuación fue nombrado Ministro de la Reconciliación. El nuevo cardenal, el arzobispo Leopoldo Brenes, cooptado durante algún tiempo, decidió guardar silencio. No ha dicho una palabra sobre las persecuciones que sufre la Iglesia ni sobre las prohibiciones de procesiones y otras tradiciones religiosas, ni siquiera esta Semana Santa.

– ¿Hasta qué punto, para entender la figura de Ortega, es necesario entender la composición del FSLN? ¿Hasta qué punto se mantiene el FSLN cuando Ortega subió al poder?

Ortega comenzó controlando las organizaciones populares que eran hijas de la revolución. Sindicatos, organizaciones campesinas y comunitarias. Lo hizo cooptando a los dirigentes con cargos, que obtuvo a través de un pacto con el corrupto presidente Arnoldo Alemán en 1999. Pero también a través del reparto de propiedades que supuestamente pertenecían a grupos de trabajadores y que acabaron en manos de los partidarios de Ortega. En otras palabras, ha surgido una burguesía orteguista (me niego a llamarla sandinista porque ofendería a nuestro héroe Augusto César Sandino (1895-1935)). Esto explica por qué todas las políticas extractivistas, neoliberales y entreguistas no encuentran resistencia popular. Cuando Ortega volvió a la presidencia, ya no quedaba nada, ideales, valores y programa.

– ¿Qué lleva a Ortega de nuevo al poder? ¿Y cómo entender que siga al frente del gobierno nicaragüense?

Ortega hizo un pacto para repartirse todos los poderes. Por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia tiene ahora 16 miembros para repartir ocho magistrados a Ortega y ocho a Arnoldo Alemán. Ortega también prometió “gobernabilidad”. Es decir, desmovilizar al pueblo organizado, al que controla a través de sus dirigentes. Se acabaron las marchas, manifestaciones y huelgas. Esto ha favorecido al corrupto Arnoldo Alemán. A cambio, Alemán aceptó reducir al 35% el porcentaje necesario para ganar las elecciones en primera vuelta. El “pacto” dividió a los liberales. Los que no estaban de acuerdo formaron su propio partido. Así, Ortega llegó al gobierno con sólo el 37,8% de los votos. No necesitó una segunda vuelta.

Para las próximas elecciones, Ortega ya se ha ganado a una parte de la población con sus medidas clientelares. Lleva a cabo muchas acciones que consiguen el apoyo popular porque consiguió un jugoso acuerdo petrolero con el gobierno venezolano. Pero además ya tiene el control total del Consejo Supremo Electoral. Así que ya no necesita garantizar votos; necesita que los números sean los que importen. Las elecciones de 2016 y 2021 son claramente fraudulentas. Baste decir que las de 2021 se celebraron con todos los candidatos de la oposición en la cárcel.

– ¿Qué transformaciones se producen en la coyuntura nicaragüense desde el derrocamiento de Anastasio Somoza hasta 1990, cuando es elegida Violeta Chamorro?

Durante la Revolución se produjeron importantes transformaciones en la estructura de la propiedad de la tierra, en la distribución de la riqueza. Se produjeron importantes cambios sociales: la alfabetización de una población que, en su mayoría, no sabía leer ni escribir. En materia de salud, se redujeron radicalmente las tasas de mortalidad infantil y aumentó la esperanza de vida. También se empezó a construir un ejército, por primera vez con carácter nacional y profesional. Se nacionalizaron los recursos naturales explotados por empresas transnacionales. Pero la guerra y el bloqueo devastaron la economía, y la situación se deterioró rápidamente con una enorme inflación y escasez de bienes de consumo.

En 1990 comenzó la privatización de todos los servicios y recursos. Ésta siguió aumentando, y bajo el gobierno de Ortega, sin resistencia popular, se llegó a límites impensables, pues nunca antes se habían entregado concesiones sin ningún control. Actualmente, más de un tercio de la extensión territorial del país está concesionada a empresas mineras de diferentes nacionalidades, principalmente canadienses y norteamericanas, con facilidades legales e incentivos fiscales. Lo mismo sucede con las concesiones pesqueras a transnacionales forestales españolas. La lucha comunitaria por la defensa del medio ambiente es reprimida y silenciada. Las comunidades indígenas, especialmente las de las etnias mayagna y misquita, han sufrido y siguen sufriendo ataques brutales hasta el día de hoy.

– ¿Cómo es vivir hoy en Nicaragua? ¿Qué informes le llegan sobre la vida en el país?

La situación de represión es absoluta. La población vive aterrorizada. Nicaragua es una inmensa cárcel. No hay derecho a nada. Incluso hoy han detenido a jóvenes por intentar realizar una procesión religiosa tradicional. La gente tiene miedo de salir legalmente del país porque no sabe si podrá regresar. Los pasaportes de los funcionarios del Estado están bajo control; no pueden salir sin permiso. Los presos políticos se encuentran en condiciones totalmente infrahumanas.

La prensa independiente no puede entrar en Nicaragua. Tampoco las Comisiones de Derechos Humanos. Sólo pueden entrar las personas invitadas por el gobierno.

Ondear una bandera nicaragüense azul y blanca es un acto de protesta. Sólo ellos [los partidarios del gobierno], en sus marchas, pueden llevar la bandera.

A nosotros, ciudadanos que hemos sido condenados sin juicio, con una sentencia que no existe en la Constitución y los códigos, nos han quitado la nacionalidad, nos han declarado traidores de la patria, prófugos de la justicia y nos han declarado inexistentes en Nicaragua. No sólo nos han declarado sin patria, sino que nos han borrado las actas de nacimiento, nos han quitado las pensiones o nos han borrado de la seguridad social.

Nos han cambiado el apellido a los hijos. Se han apropiado de todos nuestros bienes, muebles e inmuebles, dejándonos sin ingresos. No existimos, no somos.

– La historia de tu vida está marcada por mucho dolor y lucha por la liberación de Nicaragua. Personalmente, ¿qué siente al ver todo lo que ha estado sucediendo?

Nos indigna y entristece porque el pueblo de Nicaragua ha sufrido mucho en su historia y todo esto está sucediendo en nombre de la revolución sandinista, en nombre de los niños que dieron su vida por la libertad. Todo se está haciendo utilizando oportunistamente la historia, diciendo que “esta es la izquierda”. Estas cosas me dan mucha rabia. Pero los ejemplos que el pueblo sigue dando aún hoy, con su rebeldía y decisión de cambiar las cosas, también nos comprometen a continuar la lucha.

– ¿Qué caminos hay que construir para otra liberación de Nicaragua?

El camino elegido es el de la lucha no violenta. No queremos más derramamiento de sangre. Pero tenemos que encontrar nuevos caminos, que siempre pasan por la concientización, la formación política, la organización del pueblo, para construir un programa que necesariamente incorpore la democracia integral (no sólo política sino también económica), la soberanía para construir nuestro propio camino, sin injerencia de potencias extranjeras. Esto no significa que no necesitemos solidaridad. Al contrario, la situación en Nicaragua requiere del concierto de las naciones para aislar al régimen de Ortega y construir una transición democrática con elecciones verdaderamente libres, sin represión, con todas las libertades restauradas.

– ¿Cómo analiza este avance de la extrema derecha en el mundo, especialmente en América Latina? ¿Ha sido posible contener este avance en América Latina?

Cuando los pueblos pierden la esperanza en proyectos alternativos, esto permite que la ultraderecha avance con sus propuestas neoconservadoras, autoritarias y misóginas. El pueblo recurre al providencialismo (concentrar sus esperanzas en la providencia, a veces encarnada en personalidades rígidas). Debemos ser capaces de relanzar propuestas transformadoras y cumplirlas siendo gobierno, respetando todas las libertades.

– ¿El totalitarismo de Ortega podría abrir el camino al avance de una extrema derecha (o incluso de un régimen que coquetee con el totalitarismo de derechas) también en Nicaragua? ¿Por qué?

Es muy difícil que la derecha nicaragüense sea totalitaria por los contrapesos históricos que se han construido. Pero ciertamente, frente a Ortega, con su retórica antiimperialista y su manipulación del discurso de izquierda, muchos están confundidos y piensan que ya no quieren a la izquierda ni al sandinismo. Esto favorece el apoyo a la dirigencia de derecha. Pero hemos sabido luchar por las banderas de la soberanía, los derechos humanos, los derechos de la naturaleza. Lo que necesitamos es primero acabar con la dictadura y la opresión, y conquistar la libertad para continuar la lucha, sea cual sea el gobierno.

– ¿Hasta qué punto la izquierda revolucionaria ha sido capaz de avanzar y comprender las cuestiones de nuestro tiempo? ¿Qué debe cambiar y qué debe mantenerse en la izquierda revolucionaria del siglo XXI?

Sin duda, la izquierda debe abrazar todas las libertades. Como decía Rosa Luxemburgo, sin libertad todo lo demás no tiene sentido. Pero hay banderas que provienen de nuevos problemas de la humanidad. Frente al desastre y la depredación, están los derechos de la naturaleza. Frente a la violencia contra las mujeres, el antipatriarcado. Frente a los nuevos colonialismos, los derechos de los pueblos originarios. Pero la izquierda también debe abrazar la idea de que los derechos humanos son inalienables y que, como dijo el presidente Lula, los problemas de la democracia sólo se resuelven con más democracia.

– Vives en Costa Rica desde 2021 como exiliada. ¿Cómo ha sido tu día a día? ¿Cómo han afectado estos tiempos a tus recuerdos?

Ahora que nos han quitado todo, vivimos con mucha más dificultad. Yo sigo trabajando, escribiendo y trabajando intelectualmente para aportar mi granito de arena en esta lucha por la libertad.

– Hoy, para ti, ser revolucionaria es…

En primer lugar, seguir luchando por los derechos humanos, por los derechos de las mujeres y por la reivindicación de un Estado laico. Seguir cuestionando la brutal concentración de riqueza que supone el capitalismo en su fase actual, defender los derechos de la naturaleza y rechazar el extractivismo, defender el derecho de los campesinos a su tierra, y de los pueblos indígenas y afrodescendientes a su territorio, lenguas y costumbres. Significa seguir denunciando a las grandes empresas transnacionales, la privatización de la salud y exigir más recursos para la educación y menos para la militarización.

Ser de izquierda es ser solidario con las luchas de otros pueblos, contra la opresión imperial o local. En el caso actual de Nicaragua, ser de izquierdas es también ser firme en la exigencia de justicia para los muertos y las víctimas del régimen de Ortega.

 

Tomado de: Correspondencia de Prensa

Visitas: 1

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email