Argentina- Eduardo Lucita*: Claroscuros de la economía

 

Eduardo Lucita*

Una economía que crece, que crea empleos de baja calidad con salarios deprimidos, una inflación que no da tregua y un Banco Central escaso de reservas. Todo controlado por el FMI ¿A dónde va la economía argentina?

 

La economía nacional muestra claroscuros pronunciados: una macro que pareciera funcionar y una micro que condiciona su desenvolvimiento futuro. El acuerdo con el FMI está en el centro del problema y de la crisis.

 

El vaso medio lleno

Conviene comenzar por lo más evidente: la evolución del PBI. En el 2020 por el parate de la pandemia la economía cayó un 9.9 por ciento, en 2021 recuperó esa caída y adicionó un 0.5 más, con lo que el PBI creció un 10.4, mientras que en 2022, aún con los problemas de precios en energía y alimentos que provocó la guerra, se estima un crecimiento del 5.2% o más, una tasa  superior a la que registraron varios de los grandes países y la segunda de Nuestra América.

 

Esta expansión estuvo sostenida por la inversión (pública y privada) y  por el consumo (gastos de las empresas, el gobierno, las familias y personas), luego por las exportaciones y el turismo. Industria, comercio y transporte fueron los sectores que más aportaron al PBI.

 

Conviene detenerse en la formación bruta de capital fijo (inversión) que creció un 14.5% respecto al año anterior alcanzando 22 puntos del PBI en el 3er.T, el nivel más alto en las últimas dos décadas. Este comportamiento tiene su importancia sobre todo teniendo en cuenta que la inversión extranjera directa fue la más baja de los últimos 20 años por lo que ha sido financiada en su mayor proporción con recursos locales, aprovechando la brecha cambiaria.

 

Fueron importantes para este registro de acumulación la construcción, que creció 3.5%, y la industria 4.3% (concentrada en maquinaria y equipos +22.1%, y equipos de transporte +13.3). La capacidad instalada promedió el 65%, con varios rubros superando el 80.

Los ingresos populares, principal fuente de la demanda interna, han perdido capacidad adquisitiva, sin embargo el consumo no se ha resentido en la misma proporción, creció 5.5% en 2022 (9% el privado). ¿Cómo se explica? Porque el crecimiento del empleo compensó la pérdida de ingresos. Así la masa salarial creció 4.6% en términos reales.

 

El vaso medio vacío

La parte más compleja es el alza desbordada de los precios. La inflación, prácticamente se duplica cada 4 años (2015 25%; 2019 54%, 2022 95%). La contrapartida no es otra que el deterioro de los salarios y los ingresos populares. Es que la expansión de la economía traccionó el empleo pero no las diversas remuneraciones. La ocupación total hasta agosto pasado creció un 8%, continuando una recuperación que se da desde hace dos años y que ya superó el nivel del 2019. El empleo formal se recupera (+4%), el precario y el  no registrado (+15%) y el trabajo por cuenta propia (+1%) siguen siendo las categorías que más se incrementaron en este período. El salario acumula cinco años sin crecer, el resultado es que el 50% de los trabajadores recibe ingresos por debajo de la línea de pobreza

 

La distribución funcional del ingreso radiografía esta crítica realidad: el porcentual del valor agregado que reciben los trabajadores está en un ciclo descendente, lo contrario pasa con el excedente económico que se apropia el capital. Si en el 2019 los trabajadores recibían el 45.7 y los patrones se apropiaban del 43.3, eso ahora se ha invertido 43.6 y 46.1 respectivamente.

 

En síntesis la actividad económica está en niveles del 2017 con salarios 25% más bajos que hace 5 años. Ergo: la tasa de ganancia de los capitalistas ha crecido fenomenalmente.

 

Siempre la deuda

Todo está dominado por el acuerdo con el FMI. El alto nivel de endeudamiento tomado por el gobierno Macri desembocó en una reestructuración de la deuda privada y una refinanciación de la deuda con el Fondo. Vale recordar que como en tantas otras oportunidades a ninguna de las fracciones políticas dominantes se le ocurrió investigar la deuda, como vienen exigiendo desde hace tres años organizaciones sociales y políticas junto con diversas personalidades reunidas en la “Autoconvocatoria por la Suspensión de los Pagos y la Investigación de la Deuda”.

 

Un detallado informe producido por el Banco Central a pedido del presidente de la Nación, establece con claridad la ilegalidad de ese acuerdo por no cumplir con las normas procedimentales establecidas, desmenuza los mecanismos para favorecer la fuga de capitales y contiene el listado de empresas y personas físicas que usufructuaron de esos mecanismos. Con solo levantar el secreto bancario, bursátil y fiscal, se recuperarían cerca de 20.000 millones de dólares. Sin embargo el informe fue archivado y el proyecto de ley para levantar el secretismo duerme en algún cajón del parlamento. Un reciente informe de la Auditoría General de la Nación confirma el carácter ilegal del acuerdo con el FMI, mientras que la Procuración se presentó como querellante y el presidente le ordenó iniciar acciones judiciales tendientes a resarcir daños  (que paguen los que fugaron). ¿Qué avances hay?

 

La deuda en pesos suma la friolera de 24 billones, de estos 13.8 corresponden a Bonos emitidos por el Tesoro Nacional (un 80% están indexados y alrededor del 65% colocados en organismos públicos) y 10.5 corresponden a Letras y Pases  emitidos por el Banco Central. Todo redunda en grandes vencimientos cada 30 días que el gobierno logra refinanciar, mal que le pese a la oposición que quisiera que esa “bomba” estalle antes de las PASO, caracterizándola de “impagable”. Sin embargo ese refinanciamiento es a plazos cada vez más cortos y a tasas cada vez más altas. Casi la totalidad de esa deuda vence durante este año y buena parte antes de la PASO. ¿Qué pasaría si el oficialismo las pierde?

 

El acuerdo con el Fondo impone límites al déficit fiscal y a la emisión monetaria (lo que implica ajuste del gasto público, obra pública -36%, subsidios -20%), aumento de la tasas de interés y de devaluación y suba de tarifas de servicios públicos (lo que impulsa la inflación). Al mismo tiempo exige mantener cierto nivel de reservas en el Banco Central (lo que lleva a profundizar la matriz extractivista-exportadora y los negocios financieros, para hacerse de dólares que escasean).

 

Hacia adelante

La alta inflación, junto con la escasez de dólares y la sequía  impactan en la actividad que se viene ralentizando, incluso puede provocar una crisis financiera. Las previsiones para este 2023 van desde 0% según algunas consultoras hasta 2% según el presupuesdto y 3% los más optimistas. Con algunas mejoras en lo fiscal, ya que no se importaría tanta energía y en los precios ya que el impacto de las tarifas ya pasó, contrariamente por la sequía y las heladas se estima se perderían unos 14.000 millones de dólares de exportaciones y se reducirían los ingresos fiscales vía retenciones. Bajarían el consumo y el empleo y la inflación seguiría alta.  El acuerdo establece un sendero decreciente para el déficit fiscal primario y la emisión monetaria hasta el 2025 en que se supone el déficit será cero y la emisión no superará el 0.6, lo que implicará que en todo ese período las políticas públicas serán de baja intensidad.

 

Salvo imponderables todo indica que en 2026 tendremos una nueva crisis de deuda, reestructuración de los bonos canjeados y otro refinanciamiento con el organismo multilateral. La cuestión es qué imposiciones y condicionamientos impondrán y cómo afectará a la economía en general y a los trabajadores y sectores populares en particular.

 

El macrismo expropió el futuro, el FdT no logra reponer la esperanza.

 

Imagen destacada: La pobreza es cada vez mayor en Argentina y “Plan Mi Baño” buscará brindar una nueva solución.

*Eduardo Lucita: Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-

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